Berlin, April and Sep. 2023, posted by Claudio Steinmeyer
-La
literatura nazi en América-
una novela de Roberto
Bolaño
“RAMIREZ HOFFMAN, el infame”
No pretendo hacer un análisis crítico-literario del
texto, no es mi especialidad y sé que hay excelentes trabajos al respecto en
internet.
En tal sentido, sólo elogiar el extraordinario estilo
de Bolaño, tal vez uno de los más destacados herederos en la tradición de Poe,
Borges y Joyce.
Esta es la tercera novela del escritor chileno que
salió publicada en 1996.
Uno ve el título y los nombres de los capítulos y se
cree que se trata de una obra de no-ficción, de ensayo, casi una especie de enciclopedia
o manual de historia. Quizás para acentuar el hecho de que, en algunas cosas,
la ficción jamás podrá superar a la ominosa realidad.
El capítulo que presento hoy es el último del libro. Como
bien señalan Edmundo P. Soldan et al, es muy probable que Bolaño haya tomado
prestado el nombre de Hoffman a partir del análisis que Freud hace en su artículo
Lo Siniestro. Ahí Freud se basa entre otras fuentes, en el cuento “El
arenero” del autor prusiano Ernest Hoffmann. Claro que Bolaño, con quizás calculada
ironía, le quita al apellido una “n”.
En Lo Siniestro, Freud juega con el par alemán heimlich
/unheimlich para desarrollar la idea de que lo más siniestro que se le puede
presentar a un sujeto es cuando lo más cercano, lo más familiar, lo más
cotidiano, un buen día se le vuelve extraño, incluso espantoso y siniestro.
Ahí es donde cobra sentido el perfil del Hoffman nazi.
Se trata de un muchacho un poco poeta, un poco simpático, un poco extravagante,
un poco seductor, algo de aventurero. En resumen, una persona como cualquiera
que uno puede encontrar en la calle y hasta trabar una amistosa conversación
casual en un café sin intuir que se está hablando con un monstruo.
Así es como sus compañeras del taller de poesía un
buen día le abren amistosamente la puerta de la casa e incluso lo hospedan a
pasar la noche. Uno noche que se les haría eterna. La tía es salvajemente
asesinada por Hoffman, las hermanas secuestradas por los socios pinochetistas
de Hoffman que llegan con un coche en la madrugada. Todo sucede sin ruido, sin
escándalo pero con la marca de lo siniestro.
Hay así un mensaje de Bolaño, una advertencia de que
los nazis no están sólo en las altas capas de la oficialidad dictatorial. Se
encuentran al pie de calle, buchones, delatores, buscavidas, fascistas
aficionados, rencorosos.
En Hoffman hay también espacio para temas adicionales.
A través de la literatura se recrea un territorio machista,
misógino, y así quedan delimitados los roles de la mujer en la “literatura
americana nazi“ , a saber: poetas asesinadas, mujeres borrachas o putas. No hay
mucho lugar para el amor y el deseo.
Escribir en el cielo, como en la arena, no es escribir
en el block maravilloso. De este último siempre queda inscripción en lo
inconsciente. Mientas que la escritura en el cielo desaparece a los pocos
instantes, no deja huella, no hace historia, no permite un punto de capitón, de
anclaje entre lo simbólico y lo real como diría Lacan.
Para ir cerrando, sin duda el libro entero y el capítulo
que nos ocupa hoy, es un pleno ejercicio
de la memoria histórica, rescatando los nombres de las personas asesinadas, torturadas
y desparecidas por la dictadura. Como así también el nombre de sus represores
que en Chile -quienes quizás a diferencia de Argentina- no tuvieron un juicio
ni un movimiento popular (madres y abuelas de la plaza de mayo) que ayudara a
simbolizar ese capítulo tenebroso de la historia.
Tal vez esta poca justicia, insuficiente elaboración
simbólica, explique el recurso a la
venganza, la quizás cuestionable instrumentación personal de la ley del Talión,
de la justicia por mano propia. Víctimas
y represores son olvidados. Los juicios se diluyen en los tribunales, algunos
por su procedimiento in-absentia. “Chile lo olvida. Es entonces cuando aparece
en escena Abel Romero y cuando vuelvo a aparecer en escena yo. Chile también
nos ha olvidado.” Escribe Bolaño.
Un ex funcionario policial de la época de Allende lo
busca a Hoffman por todo el mundo, hasta encontrarlo y quizás ejecutarlo
sumariamente, lo cual solo se puede deducir a partir del epígrafe -casi un
epitafio- que abre el cuento: Carlos Ramírez Hoffman, Santiago de Chile, 1950-Lloret de Mar, España,
1998
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