viernes, 20 de septiembre de 2019

Sigmund Freud, a ochenta años de su fallecimiento.


Berlin, September 2019, by Claudio Steinmeyer





Sigmund Freud, a ochenta años de su fallecimiento.





Diván europeo: el famoso diván de Freud fue trasladado de Viena a Londres.
Recubierto por la no menos famosa alfombra originaria de la tienda de su cuñado en Berlín.






Unas breves líneas de homenaje al fundador, creador, del psicoanálisis. El psicoanálisis, un tratamiento quizás más actual que nunca por ofrecer al ser hablante uno de los pocos lugares que el mundo ofrece para el alivio subjetivo en esta época de soledad globalizada.
Homenaje a Freud en el que quisiera resaltar aquel sesgo tan específico de su última etapa de la vida: el de la condición de exiliado, inmigrante forzado, v.g. refugiado.
En efecto, Freud falleció el 23 de septiembre de 1939 en la ciudad de Londres. Es decir, pocos días posteriores de la irrupción de la II Guerra Mundial y dieciséis meses después de su llegada a Inglaterra.  Tuvo que abandonar Viena a causa de la anexión de Austria por parte del régimen nazi alemán. Forzado así a dejar su consultorio, su casa, lo institucional, su editorial, su querida Berggasse con los lugares habituales para la compra de sus cigarros y periódicos y muy especialmente parte de su familia.

Durante mucho tiempo fue reacio a irse de Viena.  Finalmente, en la decisión influyeron el ruego de colegas, la insistencia de sus hijos, especialmente después del segundo allanamiento en su casa y en el que su hija Anna fuera llevada detenida e interrogada por la Gestapo (1). Además, fue necesario montar un enorme operativo internacional de apoyo y gestión político-diplomática: su mano derecha Ernest Jones desde Londres, desde París la princesa Marie Bonaparte, pasando por Washington con el presidente F. D. Roosevelt y los embajadores de EE.UU. en París y en Berlín. El tiempo mostro lo acertada de la decisión ya que poco después sus cuatro hermanas fueron deportadas y ejecutadas en campos de concentración. Entre ellas su hermana Marie, vecina de Berlín y de quién hablaremos más abajo.

Viajó a Londres junto a su hija Anna después de escribir la valiente e irónica nota que la Gestapo le exigió como constancia del “buen trato” que recibió por parte de las autoridades. Se fue además con su avanzado cáncer a cuestas, con las oscuras sombras irguiéndose sobre Europa, con el dolor del exilio, del desmembramiento familiar e institucional.

Pero era Freud.

Y gracias al deseo que siempre lo caracterizó, Freud tuvo la fuerza necesaria para terminar de escribir y publicar la tercera parte de quizás una de sus mejores obras: Moisés y la religión monoteísta. En el prefacio de esta tercera parte escribió:

“Hallé la más cordial acogida en la hermosa, libre y generosa Inglaterra. Aquí vivo como huésped gratamente recibido, sintiéndome aliviado de aquella opresión y libre otra vez para poder decir y escribir-casi hubiese dicho pensar- lo que quiero o debo.” (2)

En lo que a migraciones se refiere, parece una mueca del destino ya que el Moisés es un texto cuyo escenario es medio oriente, la cuna de las religiones abrahámicas: islamismo, judaísmo y cristianismo, y que, ochenta años después, resultaría una de las regiones más convulsionadas del mundo y que tantos refugiados generaría. Se trata de una impresionante obra psicoanalítica pero también histórica, antropológica, sociológica. Es un atisbo sobre la caída de la figura del padre clásico, además de tratarse del éxodo que tanta resonancia presenta con las tremendas diásporas de los días actuales.
En lo personal me parece además un momento privilegiado en la historia del psicoanálisis para ponderar la cuestión del deseo del analista, función que se pudo despejar a partir de la obra de Jacques Lacan.  En el sentido que Freud mismo hace avanzar al psicoanálisis superando sus propias posiciones previas respecto de la figura del padre como p. ej podemos encontrar en el texto de Tótem y Tabú.
Pero esta actitud de Freud no sólo se relaciona con la relación clínica / teoría sino que se produce en medio de todo el contexto: su exilio, su avanzada edad, el cáncer, clima de guerra, crecientes nacionalismo y xenofobia, su duelo por las cosas dejadas en Viena, sus angustias por la suerte que correría su familia, su institución y el propio psicoanálisis.  A pesar de todo esto, escribe el Moisés.  Se ve bien como el deseo del analista es esencial para hacer avanzar al psicoanálisis a pesar de las condiciones adversas que pueda ofrecer determinada época:  “….ya que el deseo del analista no se sostiene en el ideal, existe una alternativa: la re-conceptualizacion del psicoanálisis, la revisión, la precisión, y aun la invención de conceptos, para permitir al discurso psicoanalítico confrontarse dignamente con la época. “ (3)

Otros textos vinculados con la etapa londinense fueron el Compendio del Psicoanálisis (inconcluso), la Escisión del Yo en el proceso de defensa (inconcluso) o sus cartas sobre el antisemitismo creciente en Europa. Fue también una época de intercambio de correspondencia con sus colegas en la diáspora, en especial T. Reik, emigrado a los EE.UU.

Incluso su mismísima forma de morir contribuiría a los posteriores debates éticos, culturales. Freud falleció a los 83 años y acompañado de los suyos, sin dolor, plácidamente dormido, después de la segunda inyección de morfina que, a pedido del propio Freud, le aplicaría su médico personal, el Dr. Schur. Anticipando así otro de los grandes debates de nuestra época: la eutanasia. (4)

Last but not least (como le gustaba decir a Freud) una nota de color, un simpático y significativo detalle que curiosamente une a la ciudad de Berlín (en la que escribo esta nota de homenaje) con el diván de Freud:
La casa en la que vivió Freud tras su exilio forzado a Londres, en 20 Maresfield Gardens en Hampstead,  hoy museo, incluye el célebre diván (trasladado desde Viena) y su no menos célebre alfombra que siempre lo recubrió. Esta pieza de tapicería provenía de la tienda que en Berlín poseían su cuñado y su hermana Marie “Mitzi”. (5)
                                          



Bibliografía:

1) Ernest Jones “Vida y Obra de Sigmund Freud”. Ediciones Lumen-Hormé.
2) Sigmund Freud “Moisés y la religión monoteísta”. Biblioteca Nueva.
3) Nieves Soria “El ideal del ideal”. https://www.wapol.org/ornicar/articles/srn0109.htm
4) Peter Gay “Freud-Eine Biographie für unsere Zeit“.

5) Anton Freud – Ponencia 1994 en la ciudad de Sofía, Homenaje al 140 aniversario nacimiento S. Freud.  Texto publicado por Christfried Tögel (Instituto para Estudios Europeos).















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