I) El
presidente Thomas Woodrow Wilson abre interrogantes al psicoanálisis
A través de los
posts en el blog procuro aportar mis conclusiones sobre un determinado texto
teórico, o a veces proponer lecturas nuevas de un texto cuyo sentido quedó
demasiado cifrado en determinada dirección, o formular alguna hipótesis de
trabajo a partir de un efecto en la actividad clínica.
Pero en este
caso me interesó un breve y fascinante fragmento de la historia del
psicoanálisis. Un hecho histórico sobre el que no hay abundante documentación y
por cierto que no contamos con la posibilidad de consultar a los protagonistas
sobre los detalles y razones de sus actos. Disponemos sin embargo de su
resultado: un libro y podemos conocer e inferir las circunstancias por el contexto
en que fue elaborado. Tampoco es la idea
superponernos con el trabajo profesional que pueda hacer un historiador que
cuenta con los apropiados elementos
metodológicos.
Reconociendo
estas limitaciones, me conformaré simplemente con señalar algún que otro
interrogante y sugerir alguna explicación seguramente difícil de demostrar. Además
del placer de compartir con el lector los principales mojones de un suceso en
la historia del psicoanálisis calificable por lo menos de enigmático.
Y nos referimos
a cuando Freud se metió de lleno en un asunto de política internacional por
cuanto la personalidad en juego era la de un estadista. Ni más ni menos que el
28.avo presidente de los EE.UU., Thomas Woodrow Wilson.
Que Freud se
haya ocupado en escribir un ensayo sobre un presidente norteamericano, es algo
que en este furor noticioso de la “homeostásis de la época” como lo define
Randall L. Schweller podría incluso pasar como obvio, pero visto más de cerca
no deja de sorprender.
Además presenta
la particularidad de que al igual que los Estudios sobre la Histeria, es de los
pocos textos freudianos firmados en conjunto con otro autor.
Empecemos con
una rápida semblanza del ex-presidente Wilson y hechos acontecidos durante su
administración:
Fue
miembro del Partido Demócrata / 28.
presidente de los EE.UU. ganando dos
elecciones con las que se mantuvo en el cargo de 1913-1921, es decir que buena
parte de su mandato coincidió con el desencadenamiento, desarrollo y epílogo de
la I. Guerra Mundial en la que la participación norteamericana resultó decisiva
para la victoria de los aliados /
Impulsó la ley seca / Promovió las primeras intervenciones militares en
Latinoamérica / Mantuvo políticas
raciales segregacionistas, aunque por otro lado abrió por primera vez la
posibilidad de que miembros de la comunidad judía accedieran a puestos
políticos /Obtuvo el premio Nobel en 1919 por su impulso a la Liga de las
Naciones, precedente institucional de la actual Organización de las Naciones
Unidas - ONU / Impulsó el voto directo para la elección de senadores / Se
implementó el sufragio femenino / Inauguró el canal de Panamá / Fue el primer
presidente norteamericano en tener una audiencia con el Papa / Prohibió el
trabajo en la infancia.
Pero lo
que más interesa para el presente estudio es que decide la participación de
EE.UU. en la I Guerra Mundial llevando a
ésta rápidamente a su fin con la capitulación de Alemania y la firma del
tratado de Versalles que por cierto el Congreso de EE.UU. nunca ratificó.
Antes de
adentrarnos en los contenidos del libro, trataremos de situar el contexto en
que se desarrolla su historia ayudados
por las habituales fuentes biográficas:
E. Jones, P. Gay, correspondencias, la autobiografía y la Historia del
movimiento psicoanalítico (S. Freud).
Entonces
la pregunta que de alguna manera utilicé como brújula es: ¿qué pudo haber
causado a Freud para involucrarse en el estudio de la personalidad de
Wilson?
El proyecto de
hacer un libro sobre Wilson se remonta al comienzo de los años veinte.
Precisamente en Berlín, ciudad a la que había ido Freud para someterse a una de
las cirugías relacionadas con el carcinoma en su paladar.
Fue entonces
que William C. Bullitt aprovechó para hacerle una corta visita y donde la idea
del proyecto surgió por primera vez. Bullitt era un periodista y diplomático
norteamericano vinculado al partido demócrata. De hecho se desempeñó como uno de los colaboradores de Wilson hasta que
le presentó su renuncia en 1919 por desacuerdos con su política exterior. Pero
además Bullitt era analizante de Freud, por lo que la idea del proyecto se
profundizó en posteriores sesiones en Viena. Es decir que a través de Bullitt,
la crème de la crème de la política norteamericana y el psicoanálisis se
aproximaron como nunca antes.
La idea
original de Bullitt era escribir un libro en torno del Tratado de Versalles y
sus protagonistas incluyendo al presidente Wilson, además de Clemenceau,
Orlando, Lloyd George y Lenin. A partir de la complementación con Freud,
acordaron sin embargo en centrarse exclusivamente en Wilson.
No obstante la
conocida opinión de Freud respecto a “no utilizar al psicoanálisis como arma en
polémicas sobre política” y por otro lado su renuencia a escribir ensayos
psicoanalíticos sobre personalidades en vida, curiosamente aceptó sumarse a la
propuesta.
Pero no fue
hasta 1930 que ambos comenzaron a redactar sus respectivos borradores que luego
compaginarían en reuniones personales además de discutir y responsabilizarse
recíprocamente sobre los contenidos.
En 1930
Freud le escribe a Arnold Zweig diciéndole que se embarcó en un proyecto “casí
político” y excusándose de no poder brindarle mayores detalles.
II) Acerca del
texto:
El libro
consta de tres partes principales: Introducción, Recopilación de datos, Estudio
psicológico. Siendo la primera la única que fue firmada sólo por Freud. El
resto del libro no refleja el estilo ni el sello personal de Freud.
Aún así incluso
la introducción presenta por momentos un estilo un tanto alejado de la clásica
prosa freudiana. Pero pensar que el texto fue retocado con posterioridad al
fallecimiento de Freud nos llevaría a un terreno absolutamente pantanoso. Así
que lo tomaremos a la letra. Freud reconoce en el primer párrafo que la figura
de Wilson le resulta antipática: por su declaración de ser el hombre elegido
por Dios para conducir los destinos de EE.UU., por su tendencia a anteponer los
deseos personales por sobre los hechos de la realidad que lo lleva a
distorsionar la verdad “La compulsión a
decir la verdad, tiene que tener puntos de fijación ética, pero por cierto
apoyarse también en el respeto por los hechos.” (1) Notemos de pasada este interesantísimo detalle
freudiano que refiere a la “compulsión a decir la verdad” - y no a la
compulsión a mentir -.
Pero luego
Freud escribe que a medida que se adentraba en los detalles del personaje
empezó a sentir cierta simpatía por Wilson, pero una simpatía mezclada con la
compasión, como la que se puede sentir por el personaje del Quijote de
Cervantes.
Luego de que
Freud hace una breve descripción de su compañero de equipo Bullitt, viene el
párrafo más llamativo de toda la introducción. Quizás el verdadero momentum político del propio Freud en el
texto, y es cuando de alguna manera trata de despegar al psicoanálisis a raíz
de su propia participación personal en el texto sobre Wilson: (traducción libre
que hago sobre la edición alemana): “
Quizás critiquen los lectores que
presentemos nuestro texto como un “estudio psicológico” que sin embargo aplica
puntos de vista psicoanalíticos sobre su objeto de estudio y que utiliza sin
restricciones premisas y términos psicoanalíticos. Esto no ha sido una
deformación forzada para evitar prejuicios por parte de la opinión pública. Al
contrario, esta denominación debe llevar de un modo inequívoco a la convicción
de que el psicoanálisis no es otra cosa que psicología, precisamente una parte
de ella, y que en un estudio psicológico pueden usarse, sin pedir disculpas, métodos psicoanalíticos cuando se trata de
reconocer los profundos hechos anímicos.......”. (2)
Los últimos
párrafos de la introducción, Freud los utiliza para desterrar la idea de que el
objetivo del estudio haya sido demostrar la “patología” del estadista, precisamente
porque el psicoanálisis hace tiempo que borró los límites entre lo
normal/anormal identificando puntos neuróticos en cualquier personalidad.
En el
capítulo siguiente Bullitt lleva a cabo una recopilación de los principales
datos biográficos de la infancia y juventud de Wilson en el que se destaca
principalmente el haber sido hijo de un pastor presbiteriano.
En cuanto
a la parte “psicológica”, el estudio se inscribe en el marco teórico posterior
al “Más allá del principio del placer”, y hace hincapié en la cuestión “económica” de la cantidad de libido a
disposición de un sujeto.
En el análisis estructural, el estudio se centra en el complejo
paterno de Wilson, una tendencia a la posición de mártir, y que nunca pudo ir
más allá de la identificación al padre, pastor presbiteriano, en el que Wilson
no veía ni más ni menos que a Dios. Y como hijo de tal, su identificación con
el papel de Cristo era inevitable. En
resumen Wilson permaneció en lo inconsciente como un niño guiado por la
búsqueda de amor y a la vez temiendo la
traición de sus pares como principales leitmotivs psicológicos.
El odio al padre era canalizado a través de la
actitud hostil hacia las personas y de ahí su predisposición a la guerra.
Sería muy interesante, pero para otra oportunidad, leer esta suerte de
“biografía clínica” con nuestros actuales recursos teóricos y buscar cuál fue
en definitiva la “solución Wilson” que le
permitió anudar los tres registros de modo tal de no sólo evitar
descompensaciones de gravedad, sino además llevar una vida relativamente
exitosa.
III. Política del psicoanálisis y la Casa Blanca
En definitiva el ensayo no tiene nada de escandaloso y bastante de
caricaturesco, como para justificar el lapso de diez años transcurridos desde
que Bullitt y Freud hablaron por primera vez del proyecto hasta que el
manuscrito queda terminado en 1932. Y es recién en 1938, en Londres, que el
texto es finalmente autorizado por Freud.
Ocurrió que entre 1932 y 1938 surgieron importantes discrepancias por
parte de Freud que casi hacen naufragar el estudio.
Se puede percibir como Freud trató de ralentizar todo lo posible la
publicación del estudio.
Es aquí interesante situar los dos momentos clave aprovechados por
Bullitt para sacar adelante su proyecto.
Dos momentos en los que podríamos entrever cierta posición de debilidad de
Freud como para que Bullitt lograra sus objetivos.
El primero, como ya dijimos se sitúa a comienzos de los años veinte.
Con una Europa aún trastocada por la Gran Guerra y sin duda comenzando a padecer
las enormes restricciones económicas impuestas por el Tratado de Versalles,
generando un agudo descontento social el cual era común que se exteriorizara a
través de expresiones antinorteamericanas.
Coincide además
con el momento en que Freud tiene su primer encuentro con lo real del cáncer y comienzan las primeras de una larga serie de intervenciones
quirúrgicas. Además Freud se hallaba sumido en las preocupaciones económicas ya
que, al igual que tantas otras empresas
en esos duros tiempos, la Editorial Psicoanalítica se encontraba en una complicada
situación financiera y en la incesante búsqueda de recursos económicos que le
permitiera sobrevivir. Quizás Freud consideró aquí la posibilidad de acceder a
cierta liquidez desde EE.UU. en concepto de adelanto de derechos, aunque
este recurso no se aplicó hasta 1931 cuando la editorial estaba dirigida por su
hijo mayor, Martin.
Retomando el
hilo de aquellos primeros años veinte y según Bullitt, Freud se encontraba un
tanto cansado de vivir, apesadumbrado, y fue su proyecto lo que renovó en Freud
las ganas de trabajar. Recuerda Bullitt como a Freud le volvieron a brillar los
ojos cuando le habló por primera vez del proyecto.
Del lado de
Freud la versión tiene otro color y es que Bullitt lo convenció de sumarse.
Pero sin duda
que el que volvía a la carga una y otra vez con el tema era Bullitt. Freud
estaba muy ocupado construyendo y desarrollando las consecuencias de su segunda
tópica.
Es recién en el
lapso 1931-1932 que el manuscrito es iniciado y terminado y como dijimos más
arriba Freud recibe los primeros beneficios económico-editoriales.
Pero aún así no
se decide a presentarlo ante la opinión pública y cambia algunos párrafos ante
los cuales Bullitt se opuso rotundamente.
Y así el libro entra nuevamente en un impasse.
Bullitt
entonces retorna a los EE.UU. a participar de la campaña electoral del
presidente Franklin. D. Roosevelt quien resulta elegido y Bullitt es nombrado embajador en París. Nos
acercamos al segundo momento aprovechado por Bullitt para obtener el
consentimiento de Freud.
Desde su
posición como diplomático, en 1938
participa activamente en las negociaciones con la Austria ocupada por los nazis
para autorizar la salida de Freud y su exilio en Londres, operación que por
cierto fue también intensamente apoyada por la princesa Marie Bonaparte. Fue
entonces en Londres donde Bullitt retoma
el tema del manuscrito y sin mayores dilaciones Freud aprueba el texto tal cual
lo habían dejado y decide retirar los cambios propuestos.
Acuerdan, eso
sí, no publicarlo mientras viva la
segunda esposa de Wilson.
¿Por
qué entonces tantos años de insistencia
por parte de Bullitt? Podemos suponer
ciertas motivaciones políticas, acaso escalar posiciones en el Partido
Demócrata buscando dirimir cierta interna política para lo cual proyectó este
texto sobre Wilson y al que, para darle “apariencia científica”, se le hacía importante la participación de
Freud.
Pero del lado
de Freud las motivaciones son más difíciles de suponer. Se pueden aducir las
razones económicas ya citadas. O también
considerar que fue la oportunidad que encontró Freud para dar rienda
suelta a su “antianortemericanismo”.
Al respecto recordemos
que en la época en que se desarrolla esta historia el sentimiento antinorteamericano
era compartido por muchos ciudadanos europeos en respuesta a la crisis
económica en que se hallaba sumida Europa. Era común la crítica a los EE.UU. en
términos de superficialidad e interés en el dinero. Y Freud no era ajeno a esta
atmósfera.
Freud
también criticaba en los norteamericanos su propensión a transferir el
principio democrático a la ciencia “...cada
uno deber ser alguna vez presidente, ninguno puedo permanecer mucho tiempo en
el cargo...ninguno destacarse por sobre los demás...y así estudian y trabajan
sin aportarse nada entre ellos mismos...”.
Palabras muy duras, incluso políticamente arriesgadas, escritas por
Freud en carta a Sandor Rado.
Otro nivel de
desencuentro entre los EE.UU., y Freud
era, y éste quizás más justificable desde el punto de vista psicoanalítico, la
cuestión del psicoanálisis laico, el debate por preservar al psicoanálisis de
las garras de la administración médica.
En una de las
cartas a Fliess describe a Norteamérica como “regida por el dólar” o en otra a
Arnold Zweig la describe como el Anti-Paraíso.
Pero por otro
lado hay elementos que cuestionan este antinorteamericanismo de Freud, no sólo
porque numerosos pacientes de Freud eran de origen norteamericano.
Tanto en la Historia del movimiento Psicoanalítico (1914), como en la
Autobiografía ( 1924), no se encuentran esta clase de comentarios ácidos que
estuvimos describiendo. Al contrario refiere con beneplácito la honorífica
recepción académica de la que fue objeto en ocasión de la invitación al XX
aniversario de la Clark University. De hecho Freud , a la hora de mencionar a
algún país poco receptivo del psicoanálisis,
menciona a Francia. Y en la autobiografía
dice que al subir al estrado en Clark sintió que creía “asistir a la
inverosímil realización de una fantasía optativa”. Recordemos que el propio
Freud había evaluado seriamente, a poco de graduarse, emigrar a los EE.UU.
Ni mencionar
que la participación norteamericana permitió abreviar enormemente la duración de la espantosa I Guerra Mundial permitiendo salvar numerosas
vidas, incluídas las de los propios hijos de Freud.
¿Era acaso este
antiamericanismo cierto semblante frente al ala izquierda de su propio
movimiento? Sabemos que Freud solía hacer concesiones personales en pos de
expandir y salvaguardar el futuro del psicoanálisis. Pruebo de ello ha sido la
malograda sociedad con Jung, en quien creyó encontrar la base “aria” que
necesitaba el psicoanálisis para escapar de la crítica antisemita.
Quizás Freud
intuía que el futuro del propio psicoanálisis podía encontrarse en el nuevo
mundo. Muchos psicoanalistas emigraron a EE.UU, y serían en parte los
protagonistas del boom del psicoanálisis en los años cincuenta, tanto en Nueva
York como en Hollywood. Época de la cual
el caso Marilyn Monroe es un buen exponente y que ya tratamos en otro lado: http://claudiosteinmeyer.blogspot.de/2011/06/el-caso-marilyn-monroe.html
Sin duda esta
inmigración psicoanalítica marcó una
época, una forma de transmitir el psicoanálisis de la que tanto se ocupó Lacan
en sus primeros años de enseñanza agrupados bajo el slogan del Retorno a Freud.
Tal vez su
compromiso con el Proyecto Wilson obedecía a cierta estrategia de entretejido
con el más alto nivel de la casta política norteamericana a los fines de
facilitar la supervivencia del psicoanálisis ante un eventual derrumbe europeo.
Y si es así,
razón no le faltó. Estimadísimos colegas
de Freud encontraron refugio en los EE.UU a raíz de sus exilios de la Alemania
nacional-socialista
En parte él
mismo pudo hallar a través del Presidente Roosevelt su salvoconducto a Londres.
En mi
opinión, y como lo destaca Lacan (3), si el psicoanálisis fue lo suficientemente
sensible como para no dejar a ninguno de sus miembros en los campos de
concentración, quizás el Estudio
sobre Wilson haya aportado su granito de arena para que esto así sucediera.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
- (1) (2)
Thomas Woodrow Wilson. Der 28. Präsident
der Vereinigten Staaten von Amerika- Eine psychoanalytische Studie *
(traducción personal de la versión alemana)
-
(3)
Proposición del 9 de octubre. 1ra. versión.
Jacques Lacan
-
Historia
del movimiento psicoanalítico. Sigmund
Freud
-
Autobiografía. Sigmund Freud.
-
Freud, Eine Biographie für unsere Zeit. Peter Gay.
(*)Nota a la edición alemana:
Sin duda que dentro de la propia temporalidad que
presenta la misteriosa historia de este texto, la versión alemana, con su
primera edición de 2008, no es una
excepción. Y la tapa presenta una curiosidad (no hace falta saber alemán para
advertirlo) y es que lo anuncian como un estudio “psicoanalítico” en lugar de,
como dice el original, “ psicológico”. Y esto no es un minucia habida cuenta de
que el propio Freud, en la introducción, le dedica un párrafo entero a explicar
porque habla de “psicológico”. Sin duda intuía la controversia que despertaría
su publicación.
Quizás en Alemania supusieron alguna razón de
marketing que impulsaría aún más las ventas, pues se publicó en forma
simultánea al libro “Bush en el diván” del psicoanalista norteamericano Justin
A. Frank.
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