por Claudio Steinmeyer / Berlín, mayo de 2014
Uno de los temas que acompañaron
la sobremesa de la cena que días atrás tuvimos la suerte de compartir junto con
artistas y colegas de Argentina, de visita en Berlín, y que nos acompañaron en
la mesa redonda “Arte y Psicoanálisis”, fue la educación. La educación pública
y privada, en Argentina y en Alemania. Cuánto habría para extraer con sólo
hacer una estudio descriptivo comparado de ambos países.
Comenté que en mi opinión, la educación pre-universitaria que se recibe
en la Argentina, supera con creces – en cultura general – a la del graduado
universitario promedio de Alemania. Me dijeron que eso cambió mucho en la
Argentina, para peor. Pues me temo que en Alemania también cambió mucho en
igual sentido.
Alumnos que atraviesan toda la secundaria sin haberse ejercitado en operaciones
de conjuntos con diagramas de Venn, o
haber hecho alguna aproximación a la lógica proposicional o resolver
correctamente –(2) ^4.
La respuesta común de varios jóvenes es: para qué
estudiar si está en google.
Se inserta ahí un punto de viraje en la educación,
una transición que a mi juicio podría describirse como la del paso del saber a
la verdad.
El colegio ya no es el centro académico, el lugar de
transmisión de un saber. Se trata de otra cosa ahora.
En esa transición se inscribe la película “Detachment”. Exquisito título cuyas
resonancias en inglés son dignas de un E.A.Poe. Y de hecho la película se
estructura en el cuento “La caída de la
casa Usher” como metáfora de la educación actual.
Pero no para indicar su ruina a secas, sino para apostar
a lo que de nuevo va emergiendo en sus aulas. Sin caer en el optimismo que Bill
Gates expone acerca del futuro de la educación.
Esta película -que deploraría que no se estrene en
la Argentina- muestra al colegio del futuro más bien como un lugar de cierta canalización
del goce. Un acompañar a los jóvenes hasta la “otra orilla” tratando de que no
se quiebren en el camino. Un lugar de apuntalamiento de la constitución subjetiva antes que de gestión
de conocimientos académicos.
Sin duda entra en juego como nunca antes el deseo
del docente. Y en ese marco supongo que el psicoanálisis también como nunca
antes tiene elementos para aportar al modelo educativo de las próximas épocas.
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