por
Claudio Steinmeyer / Intervención
en la mesa redonda de la muestra atística “Valijas” celebrada en la Kamin Fabrik
(Berlín) el 24.04.2104
Como de costumbre intentaré transmitir al público no habituado a
nuestro lenguaje, alguna reflexión que
le permita familiarizarse con nuestros conceptos psicoanalíticos. En este caso,
el sinthome que no hemos de confundir con el concepto de síntoma.
Estamos entonces hoy con las maletas, las valijas, el equipaje y su
relación con la creación artística.
¿Qué se puede decir desde el psicoanálisis que no resulte necio sobre
las valijas y el arte? Qué puedo decir yo, que mis conocimientos de las artes
visuales son poco menos que los de un aficionado que se contenta simplemente
con el goce estético. Voy entonces a los campos artísticos dónde me siento un
poco más seguro, en este caso la literatura.
Es una pregunta que le hace decir Paul
Auster a uno de sus personajes de la deliciosa novela Tombuctu, libro altamente recomendable para
cualquiera que se haya encariñado alguna vez con un perro:
“ La maleta con
ruedas...durante 30.000 años hemos llevado nuestra carga...con dolor de
espaldas y agotamiento...¿Por qué hemos tenido que esperar a fines del siglo XX
para que ese chisme apareciera? ”
La pregunta por la invención de la valija con ruedas, por qué se tardó
tanto. Esta claro que el hombre se ha tomado su tiempo para ponerse cómodo en
la tierra. Quizás en los últimos tiempos se haya acelerado un poco acaso.
Esto siempre me asombra, el tiempo que tardamos en hacernos la vida un
poco más cómoda. Y por favor no me entiendan mal, no me refiero a comprar un
coche. Me refiero a la rueda interior.
La rueda, ya la pensemos como invención industrial, objeto tecnológico
o como obra de arte. Que pertenece a la cultura no cabe duda, habría que
incluírla en las polaridades de Levi Straus: naturaleza-cultura, dulce-salado,
crudo-cocido y agregamos: cargar-llevar
sobre ruedas.
Un psicoanálisis es eso, la invención de la propia rueda, ¿para ir más
de prisa? Puede ser. Pero sin duda para ir más cómodo, no hacer tanto esfuerzo
para llevar la misma carga.
Notarán que en este breve escrito, inspirado por las valijas de la
muestra, me refiero a la rueda como metáfora. Metáfora de aquello que se
inventa / construye a lo largo de un psicoanálisis. En psicoanálisis, a esa rueda metafórica,
Lacan le puso un nombre: el sinthome (condensación de síntoma y fantasma) que
despejó, articuló con la ayuda de la obra de otro escritor, James Joyce.
Pero además la rueda, la metáfora de la rueda, engancha precisamente
los grandes campos de trabajo en un psicoanálisis: S, I, y R.
Lo Simbólico porque hacen falta
algunos significantes-amo para “pensar la rueda”: 360 grados, el número pi,
etc. Lo Real, porque sin duda quien es el depositario de la satisfacción que el
uso de la rueda acarrea es el propio cuerpo.
El apaciguamiento de lo Imaginario, con sus características
resonancias especialmente agresivas, en favor de un anudamiento S-R en el que
canalizar el eterno conflicto entre significante y significado, pulsión /
realidad, aliviando al yo de la angustia.
Por supuesto el sinthome de cada uno es particular, y aquí entra en
rigor la diferencia con la ciencia, no hay una respuesta universal, no funciona
el “ruedas para todos”.
Tampoco se trata de la “promesa de la rueda al final” que es lo que
ofrece la psicoterapia. De hecho el psicoanálisis es el único lugar donde la
invención del sujeto, la creación que durante el análisis realice el sujeto en la experiencia
de su goce, resulte una verdad con la forma de “rueda cuadrada”.
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