viernes, 24 de abril de 2015

Proyecto de declaración de los principios de la práctica lacaniana

 por Claudio Steinmeyer, Berlín, abril 2015.


 A la luz de los recientes y trágicos acontecimientos sucedidos (ataque terrorista en la revista Charlie Hebdo, catástrofe aérea de Germanwings) se ha generado un intenso y actual debate en torno a cuestiones como la libertad de palabra , el secreto profesional, y  que tiene sus correlatos en nuestra práctica clínica a través de la regla de asociación libre, la regla de abstinencia, etc. Me pareció oportuno recordar los principios propuestos a la asamblea de la Asociación Mundial de Psicoanálisis durante el IV Congreso celebrado en Comandatuba, Brasil. en el año 2004. Sin duda que cualquiera de estos puntos,  presentados por Graciela Brodsky, merecería un seminario, unas jornadas. Y que de hecho se van llevando a cabo. También que seguramente no habrá acuerdo en todos los puntos por parte de todos los analistas lacanianos. Principios que, a mi entender, no pretenden establecer  un manual de procedimiento pero que ayudan  en esta época a fijar puntos de orientación, rasgos de especificidad en relación al psicoanálisis lacaniano.


Asamblea general de la AMP – 06/08/04

Una época como la actual,
en la que a partir del principio de utilidad directa se pretenden medir los resultados del psicoanálisis en términos cuantitativos y comparables, en la que el debate sobre la eficacia del psicoanálisis ha salido de las sociedades analíticas y se ha instalado en los medios de comunicación, en la que la operación combinada del mercado farmacológico y las terapias cognitivo-comportamentales pretende desprestigiar el psicoanálisis en nombre de una falsa objetividad científica, en la que las asociaciones psicoanalíticas tradicionales acuden a la intervención del Estado para legislar sobre los títulos analíticos, en la que 

 
es una época donde la salvaguardia del psicoanálisis exige:
estrechar lazos con todos aquellos que resisten a la reducción del hombre a una cifra contable
es una época donde la extensión del psicoanálisis reclama:
nuevas alianzas entre el psicoanálisis puro y su forma aplicada
es una época donde la supervivencia del psicoanálisis depende:
de su capacidad de transformación, de su avance en el campo social y de su inserción en el campo institucional,

En esta época, entonces,
que no es la que conoció Freud,
que no es la que conoció Lacan,
los psicoanalistas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis
tomamos a nuestro cargo la defensa del psicoanálisis.

 
Y decididos
a crear todas las instancias necesarias para la extensión de la práctica del psicoanálisis y la renovación de la formación de los analistas,
a formar analistas capaces de hacer frente a una nueva configuración de la clínica y de la práctica,
a ofrecer los resultados del psicoanálisis a una evaluación cualitativa que respete la estructura propia del acto psicoanalítico, el pluralismo histórico de sus interpretaciones y la auto-regulación asociativa,
damos a conocer los principios que orientan nuestra práctica y nuestra formación para que todos aquellos interesados en el psicoanálisis como doctrina, como método o como terapéutica, sepan qué pueden esperar de un análisis lacaniano.
Los analistas lacanianos,
porque no pensamos que la identificación con ningún ideal reduzca el sufrimiento subjetivo
No utilizamos el poder de la sugestión, que hipnotiza y desresponsabiliza.
No sostenemos que el psicoanálisis sea un diálogo.
No pretendemos ninguna reeducación emocional o moral. Por eso, nos abstenemos de toda comprensión empática o identificatoria con el paciente
Renunciamos a todo ideal pedagógico y a todo intento de moldear al paciente a nuestra imagen y semejanza.
No ejercemos sobre el paciente ninguna dirección de conciencia ni ninguna guía espiritual.
No pretendemos representar para el paciente ningún principio de realidad, pues no confundimos la realidad con lo real.
Negamos la existencia de una esfera del yo libre de conflictos y, en consecuencia, la posibilidad de cualquier alianza terapéutica con una parte sana del yo.
No pretendemos reforzar la función inhibidora del yo, ni su función de síntesis, ni de adaptación.

Los analistas lacanianos,
porque consideramos que todo método terapéutico que opera a través del condicionamiento tiene finalidades de control social,
No utilizamos ninguna técnica de relajación, ni buscamos ningún estado segundo de la conciencia que prive al paciente de la significación de sus síntomas,
No disminuimos la angustia ni la inhibición con técnicas de refuerzo positivo que distraigan al paciente de la causa de su padecimiento.
Rechazamos las practicas que pretenden limitar el empuje pulsional sólo con técnicas de aversión.
No pensamos que el inconsciente tenga su sede en el cerebro, ni que las leyes de su funcionamiento se deduzcan de la neurobiología, ni que la pulsión freudiana sea un conjunto complejo de actividades cerebrales.
No creemos que el psicoanálisis pueda integrarse en el marco de las ciencias cognitivas.

Los analistas lacanianos,
porque podemos practicar el psicoanálisis fuera del discurso analítico en sentido estricto, precisamos:
que el psicoanálisis aplicado no es la psicoterapia
que el psicoanálisis aplicado a la terapéutica sigue siendo psicoanálisis
que el psicoanálisis solo se aplica como tratamiento, y por lo tanto, a un sujeto que habla y escucha.
que el psicoanálisis no es una terapéutica como las otras
que la prudencia terapéutica justifica que el psicoanalista modere los efectos del psicoanálisis.

Los analistas lacanianos,
porque seguimos la lógica del discurso analítico y respondemos por las consecuencias del acto que autorizamos, afirmamos :
que para practicar el psicoanálisis es necesario haber pasado por la experiencia analítica.
que el análisis del analista debe ser llevado tan lejos como sea posible
que contamos con los dispositivos necesarios para evaluar los efectos de un análisis mas allá de su duración y frecuencia.
que el analista solo se autoriza en sí mismo, y en algunos otros.
que el control de la práctica no es contingente sino necesario
que el análisis del paciente concluye, mientras que no es posible determinar la conclusión de la formación del analista.
que no consideramos que la cura analítica deba desarrollarse en un encuadre definido e intangible
que no estimamos que el encuadre optimo esté constituido por cuatro sesiones semanales regulares, de duración larga y fija.
que no pensamos que el dispositivo clásico – el paciente recostado en un diván y el analista sentado detrás, fuera de su vista- sea el único indicado para la aplicación del análisis
que el encuadre lacaniano es minimalista: solo exige que analista y paciente se encuentren en el mismo espacio al mismo tiempo. Esto exige una presencia corporal. En consecuencia, no practicamos el análisis vía Internet aún cuando el analista y el analizante pueden utilizar todos los medios técnicos disponibles para comunicarse a distancia si fuera necesario
que la sesión lacaniana es lo más corta posible, pero puede no serlo.
que la duración de la sesión es impredecible, y ese es el resorte de su efecto .
que una interpretación cuyos efectos pueden predecirse, no es una interpretación.
que la interpretación es asemántica: no traduce las palabras del analizante, no transmite un saber. Y aun cuando parece explicar, apunta a otra cosa
que la sesión en su conjunto es asemántica: va contra la proliferación de sentido. Y esa es una de las razones de su brevedad.
que en la experiencia analítica no hay simetría entre el lugar del analizante y el del analista
que la subjetividad del analista es un obstáculo para la dirección de la cura.
que la formación del analista consiste en prepararse para no ser sujeto mientras practica. El trípode compuesto por el análisis, el control y el estudio de los textos se subordina a esta finalidad
que no utilizamos la contra-transferencia como instrumento para acceder al inconsciente del paciente.
que la práctica lacaniana se rige por el principio de abstinencia: el analista no goza de su inconsciente, el analizante no goza de la asociación libre.
que no interpretamos la transferencia como ilusión , ni como error, ni como repetición. Esto equivale a decir que no interpretamos la transferencia.
que no esperamos ninguna liquidación de la transferencia al final del análisis; solo su transformación.
que la experiencia del análisis no promete la felicidad,
que la experiencia del análisis puede esclarecer el deseo del sujeto y ayudarlo a descifrar “eso” que insiste en su existencia
que no existen contraindicaciones a priori al psicoanálisis.
que una práctica no precisa ser esclarecida para operar.




Fuente del texto: https://lacanianosarequipa.wordpress.com/proyecto-de-la-declaracion-de-los-principios-de-la-practica-lacaniana/






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