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Argumento XXIV Congreso 2026 - New Lacanian School "VARITY-Variaciones de la verdad en psicoanálisis" (Traducción no oficial al castellano)

 Berlin, July 2025, posted by Claudio Steinmeyer




VARIE(VER)DADES 

Variaciones de la verdad en psicoanálisis




El 24º Congreso de la NLS propone examinar las variaciones de la verdad en el psicoanálisis. Lacan condensó las variaciones de la verdad que ocurren con respecto a las revelaciones sucesivas en un análisis en el neologismo varité [varity].

Él afirma que debemos estar abiertos a la dimensión de la verdad como variable, y añade que lo que dice el analizante no es la verdad, sino la varité del sinthome. A lo largo de su enseñanza, Lacan nunca abandonó la referencia a la verdad, ya sea abordándola inicialmente como La Verdad, o más tarde como verdad plural, variable y mentirosa.

Sin embargo, una constante permanece: la articulación de la verdad, o los efectos de verdad, con la estructura del lenguaje y del habla, o incluso con el “caldo de lenguaje”.



Verdad, exactitud y revelación

Desde el principio, Lacan destacó una dimensión del habla distinta de la expresión y la mediación: la dimensión de la revelación.

La revelación se refiere al desvelamiento de una verdad supuestamente oculta o velada y coincide con el instante de ver. Así, la verdad se desplaza del desvelamiento a la evasión o huida, mientras que el análisis se define como una serie de revelaciones específicas de cada sujeto.

En su texto fundacional “Función y el campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Lacan opone la palabra plena a la palabra vacía, siendo la palabra plena aquella en la que se realiza la verdad del sujeto.

Desde esta perspectiva, la verdad de la revelación concierne a la verdad en el habla. “[Ella] nos enfrenta con la realidad de lo que no es ni verdadero ni falso.”

Aquí, la realidad difiere de cualquier referencia a la exactitud y no remite a ninguna conformidad con la realidad objetiva. La verdad de la palabra hablada [la parole] no se basa en ninguna adecuación entre palabra y cosa.

El propio Freud, tras una larga investigación, acabó renunciando a la creencia en la realidad objetiva del trauma, el cual, en el inconsciente, es indistinguible de “una ficción que ha sido investida de afecto”.

Jacques-Alain Miller lo expresó así: en el análisis, “no se trata de decir lo que es”, sino de “hacer verdad a partir de lo que fue. Entonces está aquello que faltaba para hacer verdad: los traumas, aquello que hizo un agujero [...] Se trata de llevar el discurso hacia aquello que no pudo tener lugar dentro de él.”

Pero, sobre todo, Lacan situará la novedad del descubrimiento freudiano en relación con lo que irrumpe en el discurso del sujeto, que “normalmente se despliega dentro del orden del error, del desconocimiento, incluso de la negación”.

La verdad emerge de un malentendido, de un lapsus, de un acto fallido, de algo que tropieza y revela “una verdad por detrás”, otro sentido. Surge en forma de tropiezo que interrumpe el curso de la narración del sujeto y lo sobrepasa.

“La verdad agarra al error por el cuello en el equívoco”.

Esto significa que el sujeto no sabe lo que dice, siempre dice más de lo que quiere decir, siempre más de lo que sabe decir.

Verdad, represión e historia

Como precisa J.-A. Miller en su texto “Una nueva alianza con el goce”, para Lacan, un análisis consistía primero, para el sujeto, en el avance de La Verdad, en singular, lo que significa que se supone inscrita en la continuidad de una [hi]storia [histoire].

El término “historia”, tal como lo utiliza Lacan en “La función y el campo de la palabra y del lenguaje”, corresponde al término “inconsciente”.

“El inconsciente es el capítulo de mi historia que está marcado por un blanco o ocupado por una mentira: es el capítulo censurado”.

En el análisis, el objetivo es reconstituir esa historia. La remoción metódica de la represión, el levantamiento del velo, permite restaurar su continuidad y redescubrir la verdad oculta.

La experiencia de Freud con las histéricas lo llevó a no confundir la memoria biológica con la rememoración, que concierne a la historia reconstruida del sujeto.

Se trata de una resubjetivación del acontecimiento y de su reestructuración retroactiva.

Por eso Lacan definió inicialmente el psicoanálisis como la asunción por parte del sujeto de su [hi]storia, en la medida en que está formada por el discurso dirigido a otro.


Con respecto al caso Dora, Lacan utilizará la expresión “desarrollos de la verdad”, que participan de los “reveses dialécticos” y, por tanto, del progreso del análisis.

Represión y verdad son, así, antónimos. “El concepto de represión es llamado, exigido, convocado por la experiencia de revelación”.

En su retorno a Freud, Lacan reinstaurará sobre todo el filo cortante del descubrimiento freudiano, que se aleja de la veracidad de los hechos.

En “La cosa freudiana”, explicó que el descubrimiento esencial de Freud consistía en afirmar que “eso [ça] habla, precisamente donde menos se lo esperaba – es decir, donde se sufre”.

“Yo, la verdad, hablo”.

Enfatizamos aquí que esta afirmación es ante todo del orden de una enunciación, y no una declaración del yo que afirme una convicción personal frente a la doxa universal.

Verdad y saber

Lacan comenzó contraponiendo la verdad al saber, destacando la primacía de la verdad sobre el conocimiento.

Su referencia, en particular al paradigma de Menón, respaldaba la idea de que “la epistêmê, el saber limitado por una coherencia formal, no abarca la totalidad del campo de la experiencia humana”.

Con respecto a la alèthès doxa, la opinión verdadera, Lacan observó que “aquí hay una verdad que no puede ser capturada por un saber delimitado”.

Como en el procedimiento dialéctico que se da en el diálogo entre Menón y Sócrates, Lacan subrayó la dimensión creativa y emergente de la verdad con la que trabajamos, una verdad que no es la de un saber preconstituido.

Inversión

Lacan no mantendrá esta oposición entre verdad y saber. Habrá que esperar a su “Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela” para ver aparecer una articulación entre ambos, formalizada en el matema del discurso analítico.

Verdad y saber no pueden dividirse en dos clases. “Lo que, en su momento naciente, se presenta como verdad, se convierte en saber al ser registrado y depositado”.

La Proposición del Pase forma parte de esta perspectiva de un saber sobre la verdad inconsciente.

La verdad se presenta primero como no-saber, apareciendo a través de la asociación libre y adoptando eventualmente la forma de un saber.

“[S]e articula en cadenas de letras tan rigurosas que, con tal de que no se omita ni una sola, lo desconocido se organiza como el armazón del saber”, afirma Lacan.

Lacan también establece en términos de saber la mutación que opera al final del análisis, del ser del deseo al del saber.

Como podemos ver, ya no se trata de la verdad que dice “yo hablo”, sino “de una verdad en cadenas, vaciada de sentido y, por ello mismo, de pasión”.

El proceso analítico consiste entonces en recoger los significantes que tienen valor de verdad, aquellos que han contado para el sujeto. El acto del analista interviene en su aislamiento.

Sin embargo, Lacan terminará por devaluar el saber como vía de acceso a lo real. En su Seminario 20, Aún (Encore), habla de “la alocada elucubración del saber sobre la lalengua”.

La estructura del lenguaje queda entonces reducida a una ficción, mientras que el inconsciente se concibe como “un saber hacer con la lalengua”.

Entonces, ¿qué ocurre con la verdad? ¿Qué pasa con las revelaciones?

Verdad mentirosa y ficción

Los efectos de revelación marcan el recorrido analítico hasta cierto punto. Indican que la verdad se produce en el discurso. Por eso Lacan sostuvo que la verdad tiene la estructura de la ficción.

Desde el principio, especificó que el término ficción no designa algo ilusorio o engañoso. El carácter ficticio de los mitos y de las teorías sexuales infantiles da testimonio de ello. La estructura narrativa de estas historias permite abordar temas como la muerte, la existencia y la no-existencia, es decir, el registro de lo indecible.

Se trata también de una dimensión esencial de la experiencia analítica.

Y, sin embargo, el análisis puede llevarse hasta un punto en el que la verdad ya no tiene cabida.

La jouissance (goce) es ese punto límite del relato como vehículo de revelaciones.

No se puede decir la verdad del goce; tampoco se puede decir toda la verdad.

En este sentido, vale la pena señalar que Lacan se opuso constantemente a la idea de la transparencia de las palabras respecto a la Cosa (das Ding), o a la aprehensión de la verdad como algo total. Solo podemos rodearla o decirla a medias.

En consecuencia, el discurso que se establece en el discurso analítico es una cuestión de ficción, una verdad mentirosa. El lenguaje es un semblante y, con respecto a lo real, solo puede mentir.

Freud ya había señalado la función del proton pseudos en el caso Emma.

Mentir, entonces, no remite a una oposición entre veracidad y falsedad.

Desde su primer Seminario, Lacan subrayó que el discurso se despliega en la dimensión de la verdad engañosa.

La verdad es mentira porque depende del relato, de la construcción, del sentido que damos a los acontecimientos.

En su Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI, Lacan evoca el término “verdad mentirosa”, una referencia que podría leerse como un contrapunto a “La función y el campo”, como J.-A. Miller ya nos había invitado a hacerlo. Lacan menciona así otro registro en el cual la verdad deja de ser pertinente, salvo como mentirosa: el del goce y su satisfacción.

La verdad mentirosa se convierte entonces en una elucubración del saber sobre lo real, lo cual no impide que se produzcan efectos de verdad ni que el analista deba estar atento a ellos.

“El psicoanálisis es lo que hace verdadero, pero ¿cómo debe entenderse ese hacer verdadero [faire vrai]? Es un golpe de sentido, un sens blanc [NT: un blanco de sentido homofónico con semblante]”, dice Lacan.

Verdad, discontinuidad y variación

Para Lacan, la verdad no va sin un relato que restaure la continuidad de la historia del sujeto, dando sentido a lo que no pudo decirse o apenas pudo ser dicho.

La narración se hace “cargo de lo que queda como un agujero en la realidad del sujeto, y da así sentido a sus traumas, a sus imágenes imborrables, a sus escenas monumentales”.

Se trata de restablecer una continuidad entre los agujeros contando una historia [histoire] para un otro.

Pero, en lugar del ideal de una historia restaurada en su continuidad, Lacan acabó por sustituirlo por el concepto de una historia discontinua compuesta por fragmentos dispersos, emergencias y revelaciones.

La discontinuidad del relato vuelve a poner en cuestión la idea de una verdad única y unívoca.

“La propia articulación del discurso analítico lleva al analizante a construir y a tejer una trama de una verdad mentirosa, variable y cambiante, siempre transitoria, que cae sin cesar en la mentira; y a tejer esa trama a partir de las contingencias pasadas y de las contingencias cotidianas.”

Así, en un análisis, una revelación sucede a otra, a veces cuestionando las anteriores.

Además, a través de sus escansiones y a través de sus escansiones y puntuaciones, el acto del analista participa en la variación de la verdad.

Es así como el inconsciente adquiere sentido, y cómo ese sentido es constantemente reinterpretado de manera diferente.

La verdad varía y se pluraliza, mientras que la hystoria debe entenderse, desde ahora, como aquello que se construye para un otro en una dimensión transferencial.

No hay continuidad ideal, sino una historia transferencial y singular.

Lo cierto es que la varité, las variaciones de la verdad, sigue siendo una preocupación del psicoanálisis.

En la era de la posverdad, va a contracorriente del discurso dominante, en el que la referencia a la verdad ha desaparecido, con la devaluación e incluso la degradación de la palabra como corolario.

Nuestro congreso estará así dedicado a poner de relieve la dimensión ética de la relación que los sujetos mantienen con la verdad y con la palabra, que es la condición misma de su analizabilidad.

“La prueba de la verdad, eso es el análisis, donde se trata de intentar decir lo verdadero, estando ahí el analista compañero para inspirarte una cierta pasión por decir lo verdadero.”

Traducción no oficial del inglés : chat gpt y Claudio Steinmeyer






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