sábado, 17 de enero de 2015

De la Pastoral americana, los atentados en París y el heroísmo.



 por Claudio Steinmeyer, Berlín, enero de 2015




“...sólo se reunían una vez al año y en el terreno neutral, exento de religión, de la festividad de Acción de Gracias.....Es la pastoral americana por excelencia y dura veinticuatro horas.” Philip Roth


Agradecemos a la Arizona Psychoanalytic Society el habernos hecho conocer el año pasado esta excelente tapa en la que se refleja el encuentro del género del cómic con el psicoanálisis.





Sucedió que cuando ocurrieron los atentados de París, en esos días  me encontraba  leyendo (lectura que tenía algo pendiente) American Pastoral, de Philip Roth.
Una obra que como cualquier buena obra de literatura, y esta sin duda que lo es, ofrece al lector un pentagrama en su desarrollo. Diversos temas que se entrelazan en su melodía central y que en algunos compases se detiene sincrónicamente para describir en detalle alguno de ellos. El contexto: una localidad de New Jersey que va perdiendo su brillo industrial, la década del 60, comienzos de los 70, con todo el movimiento anti -VietNam durante las presidencias de Lyndon B. Johnson y luego Richard Nixon.
Una típica familia norteamericana  de clase media-alta. Él, estrella deportiva en su juventud, ahora empresario exitoso, de origen judío. La esposa, una ex-Miss Nueva Jersey (aunque ella deplora que se la recuerde por ese hecho) de origen católico. La hija adolescente, terrorista.
En efecto, asistimos a la producción de una terrorista. Con la colocación de dos artefactos explosivos asesina a cuatro personas. Digo asistimos porque refleja un poco el  modo en que el padre asiste impávido durante todo el crecimiento de su hija hasta que la bomba estallaba, en el sentido de que estalló.
Una temprana tozudez, un tartamudeo estratégico, son los primeros signos subjetivos que avisan sobre la personalidad en ciernes.  Rasgos que el padre no supo ponderar, y cuando el psiquiatra de su hija intenta hacérselos ver, el padre reniega todavía un buen rato de ellos. En la metáfora literaria, esta hija representa quizás el cambio de una sociedad. Hay una ruptura con la sociedad de la “prosperidad americana” que el padre no logra asimilar, aceptar: ¿Cómo pudo pasarnos esto? ¿qué hemos hecho mal como padres, nosotros que se lo hemos dado todo a nuestra hija?
Es una obra en la que no hay héroes.


Los acontecimientos de París del 7 ENE 2015 están aún muy frescos. Fue a partir de la marcha organizada en aquella ciudad cuatro días después, que quizás algo del momento inicial de estupor, el instante de ver, en la secuencia subjetiva descripta por Lacan, comienza a ceder al proceso de duelo, al momento de comprender.
Una comprensión que seguramente seguirá derroteros distintos en cada uno.
Recuerdo que mi primera respuesta visceral expresada a través de un tweet a pocas horas del primer atentado, fue algo así como que “habrá que pensar si la sátira irónica es lo que más conviene a la época, produjo una respuesta en lo real”.
Algunos podrán inferir que me sumo a una línea que luego tomó cierto volumen y que críticamente podría decirse que se cayó en “culpabilizar a las víctimas”. No es mi caso, ya en otro artículo abordé en este blog el fenómeno del terrorismo –desde otro ángulo.
Pero es un hecho que los terroristas no están en análisis -creo-. Pero sí editores de revistas, dibujantes o cualquier otra actividad que presente una marcada cara pública.
Es en este marco que uno se interroga sobre la constante y sostenida actitud provocativa (similar a la de la hija de nuestro protagonista en la novela brevemente descripta)  del responsable de la revista C. Hebdo.
De la orientativa  e importante serie de artículos escritos tras los atentados por el  psicoanalista parisino Jacques-Alain Miller, creo no sacar de contexto una cita de su primera publicación: “...la cuestión –cuestión de vida o muerte– será saber si el gusto por la risa, el derecho a ridiculizar, la irrespetuosidad iconoclasta, son tan esenciales a nuestro modo de gozar como lo es la sumisión al Uno en la tradición islámica.” (2)
Esto es para mí una de los efectos en el análisis, que si hay un derecho a ridiculizar es responsabilidad de cada uno saber cuándo utilizarlo, saber cuánto utilizarlo, saber cómo y por qué utilizarlo. Dar rienda suelta a los derechos a hablar – por fuera de las paredes del setting analítico- puede ser en muchas casos la forma de un acting out.
Si tenemos un paciente que una y otra vez nos cuenta escenas de la calle en las que mantuvo actitudes provocativas y desafiantes, debemos intervenir, no moralmente, sino éticamente, pues cualquier consecuencia que esto le produzca en su vida personal se traducirá en una detención del flujo asociativo en el interior del tratamiento.

¿Se trata de héroe aquel que lleva al límite el derecho a publicar? Esto me cuesta por ahora un poco verlo así, especialmente en esta época. A mi entender el acto heroico va ligado a la valentía, y me refiero a la valentía acompañada por la angustia, caso contrario es un acto temerario que no tiene el mismo valor subjetivo. En el heroísmo vinculado al acto terrorista, veo más a los pasajeros del vuelo 93 durante los ataques del 11-S o los bomberos de las torres gemelas.
Y como corolario, la muerte de una psicoanalista (3): es un detalle que una publicación gozando de la libertad de expresión,  haya traído consigo la muerte de alguien que promueve la libertad de la palabra como forma de tratar el malestar humano.

Arriesgar la propia vida por alguien no es lo mismo que arriesgar la vida de los demás.


 Notas:

1)   “Pastoral americana” – Philip Roth, Ediciones de Bolsillo - Random House, México, Edición de 2013

2)   Los textos completos en castellano se pueden leer en: ampblog2006.blogspot.com.es

3)   Nos referimos a la Dra. Elsa Cayat, psicoanalista y colaboradora de la revista Charlie Hebdo. Murió durante el ataque.






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